El Museo de Alcalá de Guadaíra ha ampliado su colección con la lápida mortuoria de José María Gutiérrez de Alba donada hace unos meses por de un descendiente del escritor. Precisamente,era Carlos Gutiérrez Pallarés un familiar quien presentaba un escrito en el Ayuntamiento para autorizar que la lápida mortuoria original fuese depositada definitivamente en el Museo de la ciudad, el cual, garantizará su conservación y su exposición al público junto a otros objetos del escritor.

La pieza que se encuentra en buen estado de conservación, es de mármol negro, terminado por la parte superior de forma de arco de medio punto con leyenda y dedicatoria grabada, junto con un motivo decorativo formado por dos ramas de olivo y una lira, que simbolizan la poesía.

José María Gutiérrez de Alba nació en Alcalá de Guadaíra, en la antigua Plaza del Rey (La Plazuela) en 1822.  Fue el más destacado escritor alcalareño del siglo XIX, y uno d elos más importantes de la historia de Alcalá. Cultivó diversos géneros como la novela, la poesía, el teatro o el artículo periodístico, además de crear uno nuevo: la revista literaria. Llegó a publicar más de un centenar de libros, siendo uno de los títulos más destacados “La Tapada” y “Diego Corrientes o El Bandido generoso”.

Es uno de los personajes más destacados de la historia y cultura alcalareña, por lo que tiene dedicada en el Museo una parte de las salas permanentes. Según ha manifestado Germán Terrón “cualquier objeto original de uno de los personajes destacados de Alcalá sirve para componer el discurso sobre su trayectoria vital y artística, a la vez que se garantiza su cuidado y conservación, y con esta donación el cuidado de la pieza está asegurado para el disfrute de todos los ciudadanos”.

Gutiérrez de Alba murió en Alcalá de Guadaíra el 27 de enero de 1897 y fue enterrado en el cementerio de San Sebastián. Al desaparecer este, sus restos y la lápida original pasaron al actual cementerio de San Mateo. Con motivo de la conmemoración del centenario de su muerte, en enero de 1997, los restos del escritor pasaron al panteón familiar, quedando el nicho vacío.